Recomendamos la lectura de este artículo publicado por la revista Compromiso Empresarial sobre el comercio justo, donde se menciona a Regalo Responsable como una de las opciones propuestas para un comercio más justo y sostenible, junto a la labor de Fundaciones, Organizaciones de Comercio Justo y Empresas como Ideas, Funsación Emaus, Intermon, Ayuda en Acción, The Body Shop y Starbucks. Reproducimos a continuación el artículo en su totalidad.
El comercio, justo para Norte y Sur
Cambiar el convencional acto de compra por un sistema alternativo más equitativo; este es el modelo que entre calles abarrotadas de gente cargada de bolsas, grandes superficies colmadas de carros rebosantes y abetos navideños guardianes de decenas de paquetes se debe de imponer para dar paso a un mundo de consumo responsable, donde la procedencia, las condiciones de fabricación, las emisiones de CO2 o las manos por las que fueron elaborados los productos no resulten indiferentes.
Con las navidades llega la época del año que más consumo genera. La auditora Deloitte ha previsto en el Estudio de Consumo Navideño 2011 que en estas fechas cada hogar español va a gastar una media de 668 euros, de los cuales 393 euros irán destinado a regalos, 179 a comida y 96 a gastos de salidas. El presupuesto de los españoles para Navidad ha sufrido un leve incremento respecto al pasado año, consolidando a España entre los países más consumidores en estas fechas; el cuarto por detrás de Irlanda, Luxemburgo y Suiza.
Aunque es razonable que los stakeholders exijan a las empresas que cumplan con su responsabilidad social corporativa (RSC), es habitual que en medio de toda la vorágine navideña dejen a un lado el aspecto de la “responsabilidad social propia”: ¿Dónde queda la suya como consumidor? Detrás de cada producto existe un proceso de elaboración desconocido por el comprador, que ignora en qué condiciones ha sido fabricado. Explotación infantil, sueldos infames, desigualdad de género, deterioro medioambiental…, en ocasiones son muchas las consecuencias que pueden derivarse de una cadena de producción que el consumidor con el acto de compra secunda. Puede ser el último eslabón de la cadena, o el primero; quizás el más importante y desencadenante.
Comercio justo, más que solidaridad
Comprar productos de comercio justo va más allá de un gesto solidario o un acto de beneficencia. Es un paso hacia un cambio de mercado, más justo y equilibrado. Poner en valor el Sur comercializando sus productos en el Norte.
El movimiento de comercio justo se guía bajo cuatro principios fundamentales: la erradicación de la mano de obra infantil, la igualdad de género tanto a nivel salarial como en la toma de decisiones, el derecho a un sueldo digno y la protección del medio ambiente. Se trata, en definitiva de “anteponer los derechos de las personas y las comunidades a los beneficios económicos”, explica Marta Lozano Sabroso, directora de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo (CECJ), durante una entrevista concedida a Compromiso Empresarial.
Imaginar un tipo de comercio donde los objetivos sociales estén por delante de los económicos es posible, donde cobra mayor importancia en qué condiciones se produce que las unidades vendidas y donde se protege más el medio ambiente que se hace publicidad de ello.
Por el momento, se trata tan solo de una utopía. Un modelo que va tomando peso en países europeos, como Reino Unido y Francia, pero que en España representa un porcentaje irrisorio del mercado. La media europea de consumo de productos de comercio justo es de 4,50 euros por persona y año, disminuyendo en el caso español hasta los cincuenta céntimos de euro y llegando a ser hasta 100 veces menor que el dato de consumo en Inglaterra. Esta diferencia Lozano la relaciona con que en España “no ha existido mucho tejido social que haya podido hacer la sensibilización necesaria; además, los ingleses tienen una capacidad adquisitiva mucho mayor y empezaron antes”.
Tres décadas pasaron desde que en los años sesenta naciera el comercio justo en Europa hasta que se uniera España en el año 89, celebrando en la actualidad los cincuenta años de construcción de un movimiento de producción, distribución y compra diferente. El abismo entre las cifras no es más que un reto para el comercio justo en España; en palabras de Lozano: “Tenemos un amplio margen de crecimiento”.
Los productos de comercio justo comenzaron a distribuirse en las sedes de organizaciones no lucrativas. En el año 89 nace la cooperativa Sandino, que más tarde sería Ideas, y la Fundación Emaús, especializada en temas de inserción sociolaboral y promotora de la comercialización de productos de comercio justo del Sur. Pero poco a poco el modelo ha ido evolucionando: 1. Ha tomado diferentes formas jurídicas –asociaciones, organizaciones, cooperativas, empresas, S.L.–; 2. Aunque siete de cada diez ventas sea de alimentación –café, cacao y azúcar, principalmente–, se encuentra también una gran variedad de artesanía, regalos y ropa de primera calidad, aumentando la diversificación del sector, y 3. Los lugares de distribución también se han visto ampliados: ONG, tiendas especializadas, centros comerciales y grandes superficies.
Bien es cierto, que este último sistema no está secundado por todas las organizaciones miembro de la CECJ, que opinan que tan importante como la venta de productos de comercio justo es la labor de sensibilización de la población, cuestión que en las grandes superficies se pierde.
Sin embargo, su incorporación a los grandes canales de distribución ha tenido un especial significado en el aumento de las cifras de ventas. En 2010 se vendieron 22,5 millones de euros en productos de comercio justo, un 33,6% más que en 2008, según los datos recogidos en el informe El comercio justo en España 2010. Crisis, impactos y alternativas, editado por la CECJ, que señala que las ventas en supermercados y grandes superficies han registrado un incremento notable del 7%, con un peso del 16,6% del total de ventas, no pudiéndose comparar aún con el peso que tienen las tiendas de organizaciones de comercio justo como distribuidoras (51%).
La mayoría de productos de comercio justo se pueden reconocer por la distinción del sello Fairtrade, otorgado por Fairtrade Labelling Organizations International (FLO) y que garantiza que los artículos cumplen los estándares internacionales que han desarrollado. No todos los productos son susceptibles de lucir el sello, pero la sola pertenencia de la organización o empresa que lo vende a la Organización Mundial de Comercio Justo (WFTO) es garantía plena de que las manufacturas cumplen con los cuatro requisitos básicos: protección de la infancia, igualdad de género, salario digno y protección del medio ambiente.
Pero más allá de los sellos y las certificaciones hay algo importante: “Que los clientes miren las etiquetas, que sepan de dónde viene el producto y se pregunten en qué condiciones se ha fabricado la ropa que se ponen o el café que se toman”, explica Lozano. “Si tienen esa sensibilización y se topan con productos de comercio justo estamos seguros de que lo comprarán, pero es imprescindible que hagan ese gesto para poder cambiar el mundo”, añade.
Multinacionales responsables
El comercio responsable se ha hecho con sigilo un hueco en el mercado mundial. The Body Shop es un claro ejemplo de fórmula empresarial que combina las prácticas de comercio justo y convencional. El próximo año 2012, la cadena de productos de belleza celebrará el 25 aniversario de sus primeras ventas de productos fabricados por o a partir de ingredientes procedentes del comercio justo en comunidades.
Pero desde ese primer utensilio para dar masajes de 1987 elaborado por un proveedor del sur de India han sido muchos los ingredientes, productos y envases elaborados bajo los valores del comercio justo que ha comercializado The Body Shop, trabajando actualmente con más de 25.000 personas de todo el mundo, ayudando a sus comunidades y llevando a cabo labores de asesoramiento sobre sus negocios. Todo esto emana de la filosofía de su creadora, Anita Roddick, que mantenía que el único camino para lograr la belleza era el de la naturaleza.
“Quiero que The Body Shop sea la mejor, más increíble y apasionante empresa, y la que cambie el modo de hacer negocios. Esa es mi visión”, decía Roddick sobre la empresa que creó en 1976.
Tras más de 35 años de negocio, The Body Shop cuenta un 65% de productos que contienen ya ingredientes obtenidos a través de proyectos de comercio justo –20 ingredientes naturales y más de 60 regalos y accesorios–, lo que permite la “mejora de la estabilidad económica y las condiciones sanitarias de agricultores, productores y sus familias en más de veinte países”, afirman en su página web.
Otras multinacionales como Starbucks tienen un fiel compromiso de alcanzar el 2015 con la venta de café cien por cien procedente de cultivos de comercio justo –en España ya es un hecho–, contribuyendo a la mejora de la calidad de vida de los pequeños agricultores, sus comunidades y comprometiéndose con el medio ambiente.
En sus establecimientos se puede disfrutar del café certificado de comercio justo desde hace casi once años y comprarlo para llevar a casa. La cadena cafetera ha alcanzado ya el 75%, “el 25% que queda será lo más difícil. Para conseguir este reto necesitamos identificar más agricultores que pueden participar en nuestro programa Shared Planet. Abrimos el centro de apoyo en Ruanda justo con este objetivo”, explican en Starbucks.es. “Ha sido un salto cuantitativo importante para Starbucks y para el movimiento que lideramos en España, ya que hay más comercialización de café de comercio justo y por tanto más productores que se benefician de unos precios diferentes y unas mejores condiciones de vida y de trabajo”, opina Lozano desde la CECJ.
Las empresas se unen al cambio
Son cada día más las empresas que eligen regalos de comercio justo para los detalles navideños a sus empleados y proveedores. Las cestas de productos de alimentación se regalan con sello de calidad, pero también con la certeza de que las personas que lo cultivan o fabrican están siendo recompensadas justamente.
En Intermón y Ayuda en Acción conocen bien el sector del comercio justo y, en estas fechas, el de las cestas navideñas, disponen de una amplia gama de productos para hacer de los tradicionales obsequios de las empresas a sus trabajadores un gesto de cambio. “Una cuidada selección de productos de comercio justo en distintos rangos de precios completan la alimentación de estas Navidades. Muchos de ellos unen el comercio justo con la agricultura ecológica y con una amplia gama de postres preparados”, explican desde Intermón.
Pero el negocio del regalo ha sobrepasado el gesto puntual propio de las fechas navideñas. De esto Pablo Pastor es un experto. El director de Estrategia y Responsabilidad Social de Regalo Responsable, explica cuáles son los artículos más demandados por las empresas: “Aquellos que permiten diferenciarse y aportar valores en RSE, los que además de materiales sostenibles, incorporan mensajes de concienciación”. En Regaloresponsable.com se pueden encontrar artículos ecológicos, naturales, de concienciación y comercio justo, como camisetas, tazas, libretas y calendarios para material publicitario, promocional, de oficina, etc.
Este año los presupuestos se han triplicado y las ventas se han incrementado en torno a un 15% más que en 2010, explica Pastor, aunque las empresas “lo hacen más desde el punto de vista medioambiental que desde el ético. Se valora lo ecológico y no tanto el control de origen de los artículos y sus certificaciones sociales o laborales”. Pero destaca el lado más positivo de ese aumento de interés: “Hay cada vez más grandes empresas que tienen en cuenta estos aspectos a la hora de tomar sus decisiones de compra, basándolas en criterios éticos”.
Regalo Responsable realiza un control de su cadena de suministro y exige a los proveedores la aceptación de su código de conducta ética, que incluye preceptos medioambientales y sociales, normas laborales, rechazo al trabajo infantil y anticorrupción, entre otros aspectos. Además, solicitan las certificaciones sociales y medioambientales de las que dispongan, así como la composición de los materiales o bondades ecológicas que estos incorporen en sus procesos de fabricación (por ejemplo: ahorro de agua o energía) o beneficios medioambientales que aportan (reducción de emisiones, tasas de reciclaje, etc.). Y finalmente, los proveedores aceptan someterse a inspecciones y auditorías medioambientales, sociales y de producto.
Es en Navidad cuando aumenta significativamente el consumo, pero es todo el año, toda la vida, cuando el acto de compra debe estar alineado con los valores éticos, cuando la “responsabilidad social propia” toma una especial relevancia y significado para no convertirse en cómplice de una cadena de producción en ocasiones sospechosamente irregular.
Por Esther Barrio
Redactora Jefe
Compromiso Empresarial
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